Publicado el marzo 15, 2024

Contrario a la creencia popular, la seguridad real de un casco no reside solo en su dureza, sino en su capacidad para gestionar las fuerzas rotacionales, el verdadero origen de muchas conmociones cerebrales.

  • Los cascos estándar están diseñados y probados principalmente para impactos lineales (directos), pero la mayoría de las caídas en bicicleta provocan impactos angulares que hacen que el cerebro se mueva bruscamente dentro del cráneo.
  • La tecnología MIPS (Sistema de Protección de Impacto Multidireccional) introduce una capa de baja fricción que permite un deslizamiento de 10-15 mm en el momento del impacto, disipando estas dañinas fuerzas rotacionales.

Recomendación: Priorizar la inclusión de MIPS no como un extra de lujo, sino como un estándar de seguridad esencial en tu próximo casco para elevar drásticamente el nivel de protección cerebral.

Todo ciclista conoce esa sensación de un microsegundo en la que la rueda patina y el suelo se acerca demasiado rápido. En ese instante, confías tu bienestar a una sola pieza de equipo: el casco. Durante décadas, hemos asumido que un casco más duro y resistente era sinónimo de mayor seguridad. La lógica era simple: proteger el cráneo de una fractura. Sin embargo, esta visión, aunque correcta, está incompleta y puede generar una peligrosa falsa sensación de seguridad.

La neurociencia y la biomecánica han demostrado que el mayor peligro en una caída no siempre es el golpe directo, sino la violenta rotación de la cabeza. Este movimiento angular provoca que el cerebro, flotando en líquido cefalorraquídeo, se mueva y se estire bruscamente, causando fuerzas de cizallamiento que pueden derivar en conmociones cerebrales y lesiones traumáticas graves, incluso sin que el cráneo sufra daño aparente. Aquí es donde los cascos tradicionales muestran su limitación, ya que están optimizados para absorber impactos lineales, no rotacionales.

Pero, ¿y si la clave no fuera solo resistir el golpe, sino imitar el propio sistema de protección del cerebro? Este es precisamente el cambio de paradigma que propone la tecnología MIPS. No se trata de un simple añadido de marketing, sino de una filosofía de diseño que aborda directamente la física de los impactos en el mundo real. Es una capa adicional de defensa que funciona en esos milisegundos críticos para reducir las fuerzas que realmente dañan el cerebro.

En este artículo, desglosaremos la ciencia detrás del MIPS, analizaremos las normativas que garantizan la seguridad básica de un casco, compararemos cómo se integra esta tecnología en diferentes tipos de cascos y abordaremos aspectos cruciales como el ajuste, la vida útil del material y cómo el resto de tu equipamiento, como guantes y gafas, completa un sistema de protección integral.

Para navegar por este análisis en profundidad, hemos estructurado la información en secciones claras. A continuación, encontrarás el sumario que te guiará a través de cada aspecto clave para entender por qué la protección rotacional ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad.

Cómo funciona la capa de baja fricción dentro del casco durante un impacto angular

Para entender el MIPS, primero hay que visualizar qué ocurre en una caída real. Rara vez caes de forma perfectamente vertical. Lo más común es un impacto angular, donde la cabeza golpea el suelo en ángulo, generando una fuerza rotacional que hace que el cerebro se mueva bruscamente dentro del cráneo. La tecnología MIPS fue diseñada específicamente para mitigar este movimiento. Consiste en una capa delgada y de baja fricción, generalmente de color amarillo, situada entre el acolchado del casco y la carcasa de espuma EPS. Esta capa permite un movimiento relativo de entre 10 y 15 milímetros en todas las direcciones durante los primeros milisegundos cruciales del impacto. Este pequeño deslizamiento es suficiente para redirigir y absorber una parte significativa de la energía rotacional, evitando que se transfiera directamente al cerebro. De hecho, según estudios del sistema MIPS, la reducción del impacto rotacional puede ser de hasta un 39% en comparación con cascos que no lo equipan.

Esta idea no surgió de la nada, sino de la necesidad médica. En 1996, el neurocirujano sueco Hans von Holst, frustrado por la cantidad de lesiones cerebrales que trataba en ciclistas a pesar de que usaban casco, se dio cuenta de que los diseños de la época protegían el cráneo, pero no el cerebro. Su investigación condujo al desarrollo del MIPS, que busca imitar el propio líquido cefalorraquídeo del cerebro, el cual permite un ligero movimiento del cerebro para amortiguar golpes. Es, en esencia, un sistema de protección biomimético.

El origen del MIPS: de la neurocirugía a la seguridad del ciclista

La historia del MIPS comenzó cuando el neurocirujano Hans von Holst, en colaboración con el Real Instituto de Tecnología de Estocolmo, investigó por qué los cascos existentes no prevenían las conmociones. Su conclusión fue clara: los test de seguridad se centraban en impactos lineales, mientras que las lesiones cerebrales provenían de fuerzas rotacionales. En 2001, tras años de desarrollo, se publicó el primer estudio científico que validaba que el sistema MIPS reducía significativamente los movimientos rotacionales, sentando las bases de una nueva era en la seguridad de los cascos.

Para el ciclista, la presencia de MIPS es casi imperceptible en el día a día. No añade un peso significativo ni compromete la ventilación. Sin embargo, en el momento de la verdad, esa capa deslizante se convierte en la diferencia fundamental entre que la fuerza del impacto se disipe o se transmita directamente a tu cerebro, con todas las consecuencias que ello implica.

Qué garantiza la norma EN 1078 y por qué no debes comprar cascos baratos sin ella

Antes incluso de considerar tecnologías avanzadas como el MIPS, existe un requisito de seguridad mínimo y no negociable que todo casco vendido en Europa debe cumplir: la norma EN 1078. Esta certificación, visible a través del marcado «CE» en una etiqueta en el interior del casco, es tu garantía fundamental de que el producto ha superado una serie de pruebas estandarizadas de seguridad. Comprar un casco sin esta homologación, a menudo tentado por precios irrisorios en plataformas online, es apostar tu seguridad a un producto de calidad y resistencia desconocidas. La normativa europea, según la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual (ASEPAL), exige que el 100% de los cascos vendidos en Europa deben cumplir la norma EN 1078, lo que asegura un estándar mínimo para todos los ciclistas.

¿Pero qué prueba exactamente esta norma? La EN 1078 se centra en tres áreas principales:

  • Absorción de impactos: El casco se somete a impactos contra un yunque plano y otro en forma de bordillo para simular diferentes tipos de superficies de golpe, midiendo que la fuerza transmitida a la cabeza no supere un umbral crítico.
  • Sistema de retención: Se prueba la resistencia de las correas y el cierre para asegurar que el casco permanezca en su sitio durante un impacto y no salga despedido.
  • Campo de visión: Se verifica que el diseño del casco no obstruya la visión periférica del ciclista, un factor clave para la seguridad activa.

Es crucial entender que la EN 1078 certifica la protección contra impactos lineales y la integridad estructural básica del casco. No evalúa la protección contra fuerzas rotacionales, que es precisamente el vacío que tecnologías como MIPS vienen a llenar. Por lo tanto, la EN 1078 es la base, el punto de partida. Un casco con MIPS y certificación EN 1078 ofrece una protección de doble nivel: cumple con la resistencia estructural obligatoria y añade una capa de defensa avanzada contra las conmociones cerebrales.

Detalle macro del interior de un casco mostrando la etiqueta de certificación CE y EN 1078

La próxima vez que tengas un casco en tus manos, busca esa etiqueta. Es un pequeño adhesivo que representa una enorme cantidad de investigación, pruebas y, en última instancia, un compromiso con tu seguridad. Ignorarlo por ahorrar unos euros es un riesgo que simplemente no vale la pena correr.

Casco aero o ventilado con MIPS: ¿cuál protege mejor en caso de caída a alta velocidad?

Una vez aceptada la importancia del MIPS, la siguiente pregunta para muchos ciclistas es si el tipo de casco —aerodinámico o ventilado— afecta al nivel de protección. La respuesta corta es que, en lo que respecta a la función del MIPS, la protección es idéntica. La capa de baja fricción funciona de la misma manera independientemente de la forma exterior del casco. Sin embargo, la propia forma del casco puede tener implicaciones en ciertos tipos de caídas. Un casco aerodinámico, con su superficie más lisa y uniforme, teóricamente podría deslizarse mejor sobre el asfalto en una caída a alta velocidad, reduciendo la fricción inicial. Por otro lado, un casco muy ventilado, con más aristas, podría «engancharse» más fácilmente, aunque este efecto es marginal y el MIPS está diseñado precisamente para mitigar las fuerzas resultantes de cualquier tipo de enganche.

La elección entre un modelo aero y uno ventilado, ambos con MIPS, debe basarse principalmente en el tipo de ciclismo que practicas y tus prioridades. Como señala el equipo técnico de Trek España, la elección es estratégica según las condiciones de carrera:

En etapas llanas y rápidas, priorizamos el aero con MIPS. En etapas de montaña en Pirineos, elegimos modelos ultraventilados, pero siempre con protección rotacional.

– Equipo técnico Trek España, Página oficial Trek Bikes España

Esta dualidad demuestra que la industria no sacrifica seguridad por rendimiento. La tecnología MIPS se ha integrado con éxito en toda la gama de cascos de alto rendimiento, permitiendo a los ciclistas elegir según sus necesidades de aerodinámica o refrigeración sin comprometer la protección cerebral.

Para clarificar las diferencias y ayudarte a decidir, la siguiente tabla resume las características clave de ambos tipos de cascos, asumiendo que ambos incorporan la tecnología MIPS.

Comparativa: Cascos Aero vs. Ventilados con MIPS
Característica Casco Aero con MIPS Casco Ventilado con MIPS
Superficie de contacto Uniforme, mejor deslizamiento en asfalto Irregular, mayor fricción potencial
Ventilación Mínima (6-8 aperturas) Máxima (15-25 aperturas)
Peso típico 250-300g 200-250g
Uso recomendado Contrarreloj, llanos, alta velocidad Montaña, largas distancias, calor
Protección MIPS Idéntica en ambos tipos Idéntica en ambos tipos
Precio medio 200-400€ 150-350€

En definitiva, no hay un casco «más seguro» que otro en términos absolutos si ambos cuentan con MIPS y la certificación adecuada. La mejor elección será el casco que se adapte a tu disciplina, te resulte más cómodo y, por lo tanto, uses siempre.

El error de usar un casco con más de 5 años o que ha sufrido un impacto «leve»

Uno de los errores más comunes y peligrosos en seguridad ciclista es creer que un casco es para toda la vida. El material principal de absorción de impactos de un casco es el poliestireno expandido (EPS), una especie de espuma rígida. Este material tiene una vida útil limitada. Con el tiempo, la exposición a los rayos UV, el sudor, los cambios de temperatura y la simple degradación natural de los polímeros hacen que el EPS pierda sus propiedades de absorción. Se vuelve más frágil y menos capaz de gestionar la energía de un impacto. Por ello, la mayoría de los fabricantes indican que el poliestireno se degrada significativamente tras 5 años de exposición, recomendando su reemplazo pasado este tiempo, incluso si no ha sufrido ningún golpe.

El segundo error fatal es seguir usando un casco después de una caída, por «leve» que parezca. El EPS está diseñado para protegerte una sola vez. Durante un impacto, la estructura del poliestireno se comprime e incluso se fractura para absorber la energía. Este daño puede no ser visible a simple vista, oculto bajo la carcasa de policarbonato, pero la integridad estructural del casco ya está comprometida. Usar un casco que ha sufrido un impacto es como usar un airbag que ya ha explotado: simplemente no volverá a funcionar correctamente.

Conscientes de esta realidad y de la reticencia de los ciclistas a desechar un casco caro, muchas marcas líderes en España han implementado programas de sustitución para incentivar la seguridad.

Programas de reemplazo por accidente en España

Marcas como Trek van un paso más allá para garantizar la seguridad de sus clientes. En España, ofrecen una garantía de sustitución gratuita si el casco sufre un accidente durante el primer año de compra. Adicionalmente, disponen de un programa de «Crash Replacement» que ofrece descuentos sustanciales en la compra de un casco nuevo si el tuyo ha sufrido cualquier tipo de impacto, eliminando la barrera económica y fomentando la práctica correcta de reemplazar siempre un casco dañado.

Considera tu casco como un elemento con fecha de caducidad. Anota la fecha de compra y planifica su reemplazo cada 3-5 años. Y si sufres una caída, no lo dudes: retíralo inmediatamente. Es una inversión pequeña en comparación con el coste de una lesión cerebral que un casco comprometido no pudo evitar.

Cuándo apretar el cierre occipital: la prueba del movimiento para asegurar que el casco no salga volando

La tecnología más avanzada del mundo no sirve de nada si el casco no está correctamente ajustado a tu cabeza. Un casco suelto puede desplazarse durante un impacto, exponiendo zonas críticas, o peor aún, salir despedido antes de cumplir su función. El ajuste perfecto se basa en una secuencia de pasos que garantiza estabilidad y comodidad, sin puntos de presión excesiva. El sistema de retención occipital (la rueda o mecanismo de ajuste en la nuca) es el elemento clave, pero debe usarse en el momento adecuado del proceso.

El error más frecuente es apretar el cierre occipital con el casco mal posicionado. El casco debe estar nivelado, cubriendo la parte superior de la frente (aproximadamente dos dedos por encima de las cejas) y no inclinado hacia atrás. Solo una vez que está en su posición correcta, se debe girar el dial del cierre occipital hasta sentir una presión firme pero uniforme alrededor de toda la cabeza, sin que cause dolor.

Para verificar que el ajuste es seguro antes de abrochar las correas, existe la «prueba del cabeceo». Consiste en inclinar la cabeza hacia adelante y sacudirla suavemente de lado a lado. Un casco bien ajustado apenas debería moverse. Si se desplaza más de unos centímetros o se cae, necesitas apretar más el sistema de retención o, si ya está al máximo, es posible que ese modelo o talla de casco no sea el adecuado para la forma de tu cabeza.

Ciclista ajustando el sistema de retención occipital de su casco con tecnología MIPS

Un ajuste correcto es una ciencia, no una suposición. Dedicar dos minutos a seguir estos pasos antes de cada salida es una de las acciones más efectivas que puedes realizar para garantizar tu seguridad. Un casco con MIPS bien ajustado es el pináculo de la protección ciclista actual.

Guía de comprobación: Pasos para el ajuste perfecto de tu casco

  1. Posicionamiento inicial: Coloca el casco nivelado en la cabeza. La parte frontal debe cubrir la mitad superior de la frente, no quedar en la línea del pelo.
  2. Ajuste occipital: Sin abrochar las correas, gira el dial de ajuste trasero hasta que sientas una presión firme y cómoda alrededor de toda la cabeza.
  3. La prueba del cabeceo: Inclina la cabeza hacia adelante y muévela de lado a lado. El casco no debe balancearse ni caerse. Un ligero deslizamiento de 10-15mm es normal si tiene MIPS.
  4. Ajuste de las correas laterales: Las correas deben formar una «Y» justo debajo del lóbulo de la oreja. Ajusta los divisores para que no haya holgura.
  5. Ajuste de la correa de la barbilla: Abróchala y ajústala. No debe quedar ni demasiado apretada ni demasiado suelta. La regla general es que no quepan más de uno o dos dedos entre la correa y tu barbilla.

Casco y seguro: diferencias legales clave entre VMP y bicicletas en la nueva normativa

La seguridad no solo se rige por la física de los impactos, sino también por el marco legal. En España, la normativa sobre el uso del casco ha evolucionado y presenta diferencias importantes entre bicicletas y Vehículos de Movilidad Personal (VMP), como los patinetes eléctricos. Conocer estas reglas es vital para evitar multas y entender la cobertura de tu seguro en caso de accidente. Según la Dirección General de Tráfico (DGT), la ley es clara y las sanciones son significativas: no llevar casco cuando es obligatorio supone una infracción grave con 200€ de multa para los infractores.

La principal diferencia reside en el ámbito de la obligatoriedad. Para los usuarios de VMP, el casco es obligatorio siempre y en todo lugar, sin excepciones. Sin embargo, para los ciclistas, la norma es más matizada:

  • Menores de 16 años: El casco es siempre obligatorio, tanto en ciudad como en vías interurbanas.
  • Adultos (mayores de 16 años): El casco es obligatorio únicamente en vías interurbanas. En ciudad (vías urbanas), su uso es solo recomendado, aunque altamente aconsejable.

Aquí es donde entra en juego un factor crucial que muchos desconocen: las implicaciones con las aseguradoras. Aunque un adulto no esté legalmente obligado a llevar casco en ciudad, si sufre un accidente y no lo llevaba, la compañía de seguros de la parte contraria (o la propia, en caso de un seguro de accidentes personal) podría argumentar una «concurrencia de culpas«. Esto significa que, al no haber tomado todas las medidas de autoprotección recomendadas, parte de la responsabilidad de las lesiones recae sobre el propio ciclista. El resultado puede ser una reducción significativa de la indemnización a percibir, incluso si el ciclista no fue el causante del accidente.

Por lo tanto, más allá de la obligación legal, el uso del casco se convierte en una decisión inteligente desde el punto de vista de la protección financiera. La recomendación de la DGT y de todos los expertos en seguridad vial es unánime: usa siempre el casco, independientemente de dónde y cómo te desplaces.

El riesgo de usar gafas de cristal mineral que pueden astillarse en una caída

La protección de la cabeza es primordial, pero un sistema de seguridad integral también debe cuidar los ojos. Las gafas de ciclismo no son un mero accesorio de moda; son una herramienta de protección fundamental. Protegen del sol, el viento, el polvo y los insectos, pero, sobre todo, deben proteger de impactos. Aquí radica el peligro de usar gafas de sol convencionales, especialmente las que montan lentes de cristal mineral. En una caída, estas lentes pueden romperse en fragmentos afilados, convirtiéndose en un grave peligro para los ojos.

Por este motivo, las gafas de ciclismo de calidad utilizan exclusivamente lentes de policarbonato. Este material es extremadamente resistente a los impactos, flexible y ligero. En lugar de astillarse, absorbe la energía del golpe y, en el peor de los casos, puede agrietarse, pero sin generar fragmentos peligrosos. Como indica la Asociación Española de Normalización (UNE), la seguridad ocular en el deporte está estandarizada:

Las gafas de ciclismo deben cumplir la norma EN ISO 12312-1. Esto garantiza no solo protección UV, sino resistencia a impactos que unas gafas de sol de moda no soportarían.

– Asociación Española de Normalización, Normativa de protección ocular deportiva

Además de la resistencia del material, la compatibilidad entre las gafas y el casco es esencial para un funcionamiento correcto y cómodo. Unas gafas cuyas patillas interfieren con el sistema de retención del casco pueden crear puntos de presión incómodos, comprometer el ajuste del casco o incluso impedir que el sistema MIPS se mueva libremente en caso de impacto. Los cascos modernos suelen incluir guías o canales específicos para alojar las patillas de las gafas, asegurando una integración perfecta. Antes de comprar, es crucial probarse el conjunto de casco y gafas para verificar que no hay interferencias y que ambos elementos se asientan correctamente.

En resumen, elige siempre gafas deportivas con lentes de policarbonato certificadas y asegúrate de que su diseño sea compatible con tu casco. Tus ojos son tan irremplazables como tu cerebro.

Puntos clave a recordar

  • El peligro real en la mayoría de caídas no es el golpe directo, sino las fuerzas rotacionales que MIPS está diseñado para mitigar.
  • Un casco es un sistema de seguridad: su eficacia depende de la tecnología (MIPS), un ajuste perfecto y el respeto de su vida útil (máximo 5 años y reemplazo tras cualquier impacto).
  • La protección integral va más allá del casco; unas gafas de policarbonato y unos guantes adecuados son defensas críticas para tus ojos y manos.

Por qué los guantes son tu primera defensa contra el asfalto y las vibraciones

En el ecosistema de seguridad del ciclista, los guantes a menudo se subestiman, considerándose más un accesorio de comodidad que de protección. Sin embargo, cumplen una doble función vital. En primer lugar, son tu primera línea de defensa en una caída. Por instinto, lo primero que hacemos al caer es extender las manos para protegernos. Sin guantes, el contacto directo con el asfalto puede causar abrasiones severas, cortes y lesiones dolorosas que pueden tardar semanas en sanar. Con guantes, la palma reforzada absorbe la mayor parte de la fricción, protegiendo la piel. De hecho, varios estudios europeos demuestran una reducción de entre el 40% y el 85% de las lesiones graves en las manos gracias al uso de guantes.

La segunda función, igualmente importante, es la protección contra las vibraciones. Las vibraciones constantes transmitidas desde el manillar, especialmente en terrenos irregulares o durante salidas largas, pueden comprimir los nervios mediano y cubital en la muñeca. Esto puede provocar adormecimiento, hormigueo y, a largo plazo, patologías como el síndrome del túnel carpiano. Los guantes de ciclismo modernos incorporan almohadillas de gel o espuma estratégicamente situadas en la palma para amortiguar estas vibraciones, protegiendo la salud neurológica de tus manos.

El caso del Camino de Santiago: protección neurológica y de agarre

Los cicloturistas que afrontan el Camino de Santiago son un claro ejemplo de la importancia de los guantes. Pasan entre 6 y 8 horas diarias sobre la bicicleta, acumulando una enorme cantidad de vibraciones. El acolchado de gel en los guantes se vuelve esencial para prevenir la compresión del nervio cubital. Además, en las condiciones a menudo húmedas del norte de España, especialmente en Galicia, los guantes garantizan un agarre seguro y firme en las manetas de freno y cambio durante los largos y técnicos descensos de los puertos de montaña, un factor crítico para el control y la seguridad.

Además, un buen par de guantes mejora el agarre al manillar, absorbe el sudor evitando que las manos resbalen y proporciona una capa extra de abrigo en climas fríos. Por una inversión mínima, los guantes ofrecen un retorno enorme en términos de seguridad, comodidad y salud a largo plazo. Son, sin duda, una pieza no negociable del equipamiento de cualquier ciclista consciente de los riesgos.

Ahora que comprendes el ecosistema de seguridad completo, el siguiente paso es revisar tu propio equipamiento y asegurarte de que cada componente, desde el casco hasta los guantes, esté a la altura del estándar de protección que mereces.

Escrito por Lucía Prieto, Fisioterapeuta colegiada y experta en biomecánica del ciclismo con máster en ergonomía deportiva. Lleva 10 años realizando estudios biomecánicos (bike fitting) para eliminar dolores y prevenir lesiones en ciclistas de carretera y montaña.